Al circular por la autopista que pasa por el Palacio de Deportes de Málaga esta semana, era imposible no ver el enorme lienzo que rinde homenaje al retirado Rafael Nadal.
En el centro de la pancarta aparece una caricatura de Nadal en una pose familiar.
Con los bíceps abultados bajo una camiseta sin mangas, el cuero cabelludo sudoroso envuelto en un pañuelo blanco y los dedos de la mano izquierda enyesados agarrando una raqueta.
La caricatura está intercalada entre dos palabras: “Gracias Rafa”.
Un mensaje sencillo, que evoca multitud de recuerdos para casi una nación entera, resume perfectamente lo que significa Nadal para España.
“Gracias es la primera palabra que te viene a la mente cuando piensas en todo lo que hemos presenciado en los últimos 20 años, viendo jugar a Rafa”, dijo a BBC Sport Feliciano López, ex compañero de equipo de Nadal en la Copa Davis y amigo íntimo durante más de 20 años.
“Sólo podemos estar agradecidos a él, poder vivir y experimentar lo que ha conseguido.
“Nadie en España podría haber imaginado antes que él que tendríamos a alguien que pudiera lograr tanto en una cancha de tenis”.
Hay que verlos por escrito para creerlos: 22 títulos de Grand Slam, 92 títulos ATP Tour, dos medallas de oro olímpicas, cuatro finales de Copa Davis, 209 semanas como número uno del mundo, 912 semanas consecutivas entre los 10 primeros.
No es de extrañar que los aficionados acudieran en masa a Málaga el martes -a distintos precios- para lo que resultó ser el último partido de su carrera después de que España perdiera ante Holanda en los cuartos de final de la Copa Davis.
Aplaudieron. Lloraron. Incluso celebraron los primeros servicios fallados por los holandeses en un ambiente de fútbol.
Cuando salieron a la venta las entradas para la eliminatoria, mucho antes de que Nadal anunciara sus planes de despedida, se podían adquirir por 55 euros (45 libras esterlinas).
El martes por la mañana se necesitaban 25.000 euros (21.000 libras esterlinas) para conseguir una en un sitio web de reventa.
Los aficionados llegaron temprano y esperaron pacientemente en largas colas que serpenteaban alrededor del estadio José María Martín Carpena.
El rojo y amarillo español estaba por todas partes en forma de camisetas de Nadal, gorros cordobeses al estilo del Zorro y bufandas de fútbol.
Dentro del estadio con capacidad para 11.500 personas, muchos sostenían en alto carteles de cartón (trabajos de bricolaje coloridos y creativos) con mensajes personales.
Al igual que en la pancarta gigante del exterior, las pantallas LED mostraban “Gracias Rafa” durante su emotivo discurso de despedida. La gratitud y el dolor se entrelazaban.
López cree que el mensaje resumía el estado de ánimo de la nación y más allá.
“Su aportación a todo el país ha sido enorme. Pero no sólo sus títulos y todo lo que ha conseguido como ser humano”, afirmó.
“Creo que ‘Gracias Rafa’ es algo que todos los aficionados al tenis del mundo están pensando ahora mismo”.