Rafael Nadal ha tejido innumerables milagros en la cancha, pero su mayor truco ha sido evolucionar constantemente sin perder su esencia. Su saque, revés, volea y característico golpe de derecha han cambiado con el tiempo, pero siempre han estado respaldados por una humildad y decencia inquebrantables.
En su trato con los cientos de trabajadores auxiliares en eventos de tenis, Nadal ha permanecido la misma alma cortés, desde sus inicios sin Grand Slams hasta su impresionante cuenta de 22 títulos. En términos humanos, esa cualidad puede ser incluso más valiosa que su legado en la cancha.
Y qué legado ha construido. Aunque Roger Federer y Bjorn Borg han tenido un mayor impacto cultural, Nadal se destaca cuando se trata de cambiar el juego en sí. La forma en que Federer juega todavía muestra rastros de una herencia que remonta a las fiestas en jardines ingleses y a los caballeros que paseaban por la cancha, acariciando la pelota sobre la red. Nadal, sin embargo, ha redefinido la esencia del tenis moderno.
Nadal cambió la dinámica del tenis, arrastrando a Federer y a otros rivales a las trincheras de la arcilla. Al igual que Tiger Woods en el golf, Nadal elevó la exigencia física del tenis a niveles sin precedentes.
Su rasgo más notable es su capacidad para jugar cada punto con una entrega total, cada átomo de su cuerpo y alma en juego. Cuando un rival se encuentra 40-0, lo común es descontrolarse y apresurarse al siguiente juego; pero Nadal lucharía por ese punto como si fuera el último del partido.
En la cancha, su intensidad es ardiente. A menudo apodado “el matador”, se asemeja más a un toro, pateando el suelo y expulsando humo por las fosas nasales.
Los aficionados lo veneran, y algunos incluso han llegado a convertirse en sus rivales. El número 6 del mundo, Andrey Rublev, y el británico número 1, Jack Draper, llevaban camisetas sin mangas de Nadal en su infancia en homenaje a su ídolo. Casper Ruud, finalista del Abierto de Francia, es uno de los graduados más destacados de su academia en Mallorca. Cuando se le preguntó a Carlos Alcaraz quién era su jugador favorito, respondió: “Rafael es mi favorito en todo”.
Además de su vestimenta, los jóvenes jugadores intentaron imitar su característico golpe de derecha, que giraba como un lazo alrededor de su cabeza, generando un efecto liftado inédito hasta entonces.
Mientras Federer a menudo parecía effortless, Nadal es la antítesis. Como dijo una vez Andy Roddick: “Rafael tiene una extraña habilidad para hacer que el tenis parezca tan fácil y tan difícil a la vez”.
Todo ese esfuerzo y rigor eventualmente le pasaron factura. Muchos años atrás, un entrenador predijo que el estilo de Nadal no le permitiría jugar mucho más allá de los 30 años. Sin embargo, Nadal desafió esa predicción. Aunque las lesiones (en rodilla, muñeca, pie y cadera) han sido frecuentes, siempre se recuperó y, a menudo, volvió a su mejor forma en su amada tierra batida.
En esa superficie, especialmente en la cancha Philippe Chatrier de Roland Garros, era casi imbatible, habiendo ganado 14 títulos del Abierto de Francia. Casper Ruud describió la experiencia de jugar contra Nadal en arcilla en París: “Primero te quita las piernas y luego te quita la mente”.
Nadal ha anunciado que se retirará del tenis, poniendo fin a una carrera histórica
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— Rafa Nadal (@RafaelNadal) 10 de octubre de 2024
Nadal apareció con 16 años y empezó a acumular títulos en tierra batida, pero no se conformó con ser un jugador de una sola superficie y se propuso destronar a Federer, el rey de Wimbledon. Esa búsqueda culminó en la final de 2008, el llamado Triunfo en el Crepúsculo, que sigue siendo el mejor partido de tenis jamás jugado.
Si la primera parte de su carrera se definió por una rivalidad con Federer (Nadal ganó 24 de sus 40 enfrentamientos), la segunda mitad lo vio luchar con Novak Djokovic. Ambos se exigieron mutuamente hasta cotas cada vez mayores de agotamiento físico, la más famosa fue la final del Abierto de Australia de 2012, que duró cinco horas y 53 minutos y que ganó el serbio.
La gracia con la que Nadal aceptó esa derrota fue característica, y su comportamiento dentro y fuera de la cancha ha sido un ejemplo brillante para la siguiente generación. Su tío y entrenador Toni, cuyo amor duro moldeó su juego, una vez le dijo a un joven Rafa que si alguna vez rompía una raqueta su colaboración llegaría a su fin.
Nadal ha vivido según ese código desde entonces. El único jugador que realmente lo irritó fue Nick Kyrgios. Por supuesto, cualquier persona envidiaría la capacidad del australiano para sacarle la piel a la gente, pero lo que Nadal no podía soportar era la ligereza con la que Kyrgios trataba el juego que amaba. Para un hombre para el que ceder un punto era un anatema, perder un set entero era una herejía.
“Tuvimos nuestras diferencias, pero tú fuiste un gran guerrero”, escribió Kyrgios en X.
El guerrero depondrá las armas por última vez el próximo mes, jugando en España y para España en la final de la Copa Davis.
Y, con su sucesor Alcaraz a su lado, no hay que descartar una despedida dorada.